NarcoAmérica
Octubre / 2011
publicado por Yerba
En los últimos años el
narcotráfico ha incrementado de una manera alarmante su poder. La globalización
económica implantada en las últimas décadas ha favorecido la expansión de grupos del crimen organizado como la de ningún otro sector. La nuevas
posibilidades de movimiento, tanto de infraestructura como de capitales, sumado
a la ineficacia de las herramientas de control fiscal de los distintos países
en este nuevo marco económico ha permitido que hoy día el poder y la capacidad
de maniobra de muchas de estas organizaciones criminales pueda compararse a la
de grandes empresas multinacionales. Frente a esta realidad son muchas las
personalidades, organizaciones, incluso gobiernos, que empiezan a levantar la
voz de alarma por la situación existente y por la que, de seguir así, podríamos
llegar a tener. Denuncias que piden, de forma implícita algunas y explícitas la
mayoría, un cambio en las políticas de drogas a nivel mundial. Cambiar el
modelo de guerra contra las drogas focalizado principalmente en el consumidor y
los pequeños distribuidores por un modelo que a la vez que socave el
desmesurado poder de las mafias tenga como base primordial la salud, la dignidad, los derechos humanos y
la soberanía de cada individuo sobre su propio cuerpo y mente.

Consecuencias de una mala
política de drogas
EEUU puso en marcha en la
década de los setenta la guerra contra las drogas, y después de 40 años los
avances no se muestran tan claros como las consecuencias de este conflicto. El
cinematográfico ex gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, apuntó al
final de su legislatura, a la vez que permitió la votación por referendum para
la despenalización del cannabis, que en 1980 el porcentaje de jóvenes
californianos que accedían a estudios superiores era del 10 por ciento mientras
que el 3 por ciento iba a prisión; en 2010 más del 11 por ciento de los jóvenes
de este estado Norteamericano acabaron en prisión frente al 7.5 por ciento que
accedió a la educación superior. Unos datos que a nivel nacional se muestran
más desoladores, ya que en los Estados Unidos el total de la población reclusa y con cargos pendientes con
la justicia supera los 7 millones de personas, y de éstos las tres cuartas
partes son enjuiciados por delitos no violentos, en su mayoría por delitos
vinculados al consumo, cultivo y tráfico de drogas a pequeña escala. En un
marco más amplio, desde el punto de vista geográfico, otra de las consecuencias
que evidencian la ineficacia de la actual política mundial de drogas es la
infiltración de las organizaciones del crimen organizado dentro de los
gobiernos y las instituciones públicas. Como apunta uno de los últimos reportes
del Consejo Europeo sobre la situación en Europa del Este: “Los signos de
colusión entre criminales y altos cargos políticos y responsables
institucionales son tan numerosos y tan serios que no pueden ser ignorados”.
Políticos y
Narcotraficantes
![]() |
Jackie Selebi, expresidente de la INTERPOL |
Como una pequeña muestra que
sirva para ejemplificar la gravedad de esta situación apuntada por el organismo
de la Unión Europea hay diferentes y curiosos casos a nivel mundial que
recientemente han salido a la luz pública: Hashim Thaci, cabecilla de la mafia
albana responsable del tráfico de armas, drogas y órganos humanos en Europa del
Este es también el Primer Ministro de Kosovo. En Guinea, el mayor
narcotraficante del país resultó ser el hijo del presidente. En Sudáfrica,
Jackie Selebi, ex Comisario de la Policía Nacional, fue sentenciado en 2010 a
15 años de prisión después de que fuera identificado como líder de uno de los
principales sindicatos del crimen del país. Cuatro años antes, en 2006, Selebi
asistió en Brasil a la 75ª Asamblea General de la INTERPOL, la organización
internacional que busca y promueve la máxima asistencia mutua posible entre las
diferentes policías del mundo, en la ceremonia inaugural su presidente
afirmaba: “Hay que encontrar sistemas para hacer seguras nuestras fronteras y
el control sobre ellas debe llevarse con puño de hierro”, declaraciones
contundentes de un presidente de la INTERPOL que no podía ser otro que el
propio Jackie Selebi. En Burma, país del sureste asiático, de entre los
candidatos de las primeras elecciones después de 20 años de dictadura militar,
seis eran conocidos narcotraficantes. En Afganistán son muchos altos cargos
militares y políticos, incluído el propio hermano del presidente Karzai, los
que han sido acusados de mantener relaciones con traficantes de drogas del
país, criminales que han visto acrecentado su poder tras la guerra y posterior
ocupación de los EEUU. En Colombia, el ex presidente Álvaro Uribe está inmerso
en diferentes procesos judiciales por los que se lo acusa de ser responsable y
participe del fenómeno colombiano que se viene a llamar “la narcoparapolítica”.
No es otra cosa que la intromisión y la
existencia dentro de los distintos organismos democráticos colombianos de
líderes e integrantes de los escuadrones de la muerte financiados a través del
narcotráfico. Un puñado de ejemplos que se repiten en demasiados países del
globo y que explicarían su situación a través de unas declaraciones del ex jefe
de inteligencia nacional de Bulgaria, Atanas Atanasov: “Otros países tienen
mafia, en Bulgaria la mafia tiene al país”. Una afirmación que a este paso no
tardará en ser extensible al mundo.
Una repuesta contundente
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Harm Reduction Coalition |
Ante esta situación tan grave
y preocupante, diferentes organizaciones en todo el mundo han surgido para
intentar hacer llegar a las cúpulas de poder una nueva visión para abordar la
lucha contra las drogas y las mafias que se aprovechan de ellas, principalmente
a través de un cambio de paradigma en las políticas de drogas. A nivel
internacional destacan Reducción de Riesgos Internacional (Harm Reduction
International) y El Instituto Transnacional (TNI, por sus siglas en inglés).
Reducción de Riesgos nace con el objetivo de defender aquellas políticas,
prácticas y programas que ayuden, principalmente, a reducir las consecuencias
adversas a la salud, sociales y económicas por el uso de drogas psicoactivas
legales e ilegales, sin que necesariamente se reduzca su consumo. Como ellos
mismos explican: “Nuestro objetivo es un mundo donde las políticas, leyes y
prácticas sobre drogas sean beneficiosas para los individuos y la comunidad,
promoviendo la salud, la dignidad y los derechos humanos”. Una organización que
viene con mucha fuerza y cada día cuenta con una mayor influencia en la
sociedad. Por otro lado, en 1974 es fundado El Instituto Transnacional como una
red internacional de académicos activistas con el objetivo de analizar de forma
crítica los problemas mundiales. Desde hace unos años prestan especial atención
al problema derivado de las políticas sobre drogas y tienen como objetivo crear
una atmósfera de debate crítico que permita abordar el tema de las drogas
ilegales de una manera pragmática y desde la base de la reducción de riesgos.
Iniciativas nacionales con
gran significado
A nivel nacional en el
principal país instigador de estas políticas prohibicionistas se forma La
Alianza de Políticas de Drogas, (DPA, por sus siglas en inglés). Una coalición
de organizaciones estadounidenses que promueven alternativas a la guerra contra
las drogas basadas en la ciencia, la compasión, la salud y los derechos
humanos. En su declaración de intenciones expresan: “Juntos promovemos
políticas que reduzcan los riesgos por el uso y el cultivo de la droga, y
buscamos soluciones promoviendo la salud sin olvidar la soberanía de cada
individuo en su cuerpo y su mente”. Cuentan además con un amplio grupo de socios
entre los que se encuentran destacadas personalidades como el cantante Sting y
el magnate George Soros por nombrar algunos. En México, uno de los países más
castigados por el desarrollo de las organizaciones del crimen organizado, con
más de 40 mil muertos en los últimos cinco años, destaca el CUPIHD (Colectivo
por una política integral hacia las drogas). Una organización de la sociedad
civil mexicana dedicada a la investigación, la educación, la acción y la
difusión orientadas a transformar la cultura y las políticas de drogas bajo un
enfoque de reducción de riesgos multidisciplinar, integral, científico y de
respeto a los derechos humanos. Con todavía poca relevancia e impacto en la
sociedad mexicana el CUPIHD organizó en la Ciudad de México durante el mes de
septiembre la Tercera Conferencia Latinoamericana y Primera Conferencia
Mexicana sobre políticas de drogas con intención de empezar a generar un debate
crítico sobre la lucha contra el narcotráfico ante el contexto que vive el
país.
De Latinoamérica hacia el
Mundo
La que fuera la Iniciativa
Latinoamericana sobre Drogas y Democracia se ha convertido en los primeros
meses de este año en la flamante Comisión Global de Políticas de Drogas. Una
organización que como su antedecesora está formada por personalidades del mundo
de la política, los negocios y el arte. Su propósito es llevar a nivel global
una discusión científicamente fundada acerca de las maneras humanas y efectivas
de reducir el daño causado por las drogas a las personas y a las sociedades.
Con ese propósito publicaron un informe en junio de este año donde apuntaban
una serie de recomendaciones con las que lograr este propósito en el contexto
actual. Terminar con la criminalización, la marginalización y la
estigmatización de las personas que usan drogas pero que no hacen ningún daño a
otros. Alentar a los gobiernos a que experimenten con modelos exitosos de
regulación legal de drogas a fin de socavar el poder del narccotráfico,
salvaguardando siempre la salud y la seguridad de los ciudadanos, una
recomendación que se aplica especialmente al cannabis. Uno de los puntos más
significativos es el que pretende aplicar los mismos principios y políticas con
aquellas personas involucradas en los segmentos inferiores de los mercados
ilegales de drogas (campesinos, correos, pequeños vendedores, etc). Mantener
las acciones represivas contra las organizaciones criminales violentas pero
mostrando un especial cuidado en la reducción de los daños a individuos,
comunidades y a la seguridad nacional. Invertir en actividades de prevención.
Reemplazar las políticas existentes sobre drogas por otras políticas
económicamente responsables y estrategias basadas en la ciencia, la salud, la
seguridad y los derechos humanos. Revisar y modificar la clasificación de las Naciones
Unidas de los distintos tipos de drogas en función de sus riesgos. Donde el
cannabis y el LSD están catalogadas como muy peligrosas, junto a la heroína y
la cocaína, mientras recientes estudios independientes apuntan que tanto el
cannabis como el LSD tienen impactos sobre la salud mucho menores que drogas
legales como el tabaco y el alcohol. Como último punto, romper el tabú acerca
del debate y la reforma.
Un abanico de
personalidades
Al fundador de la Iniciativa
Latinoamericana sobre Drogas y Democracia y ex presidente de Brasil, Fernando
Henrique Cardoso y sus socios en la organización continental como Ernesto
Zedillo, ex presidente de México, César Gaviria, ex presidente de Colombia,
Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010 por
mencionar algunos, se le unen en la
Comisión Global de Políticas de Drogas otras figuras internacionales de gran
calado. Algunas de estas nuevas incorporaciones son: Paul Volcker, ex
presidente de la Reserva Federal de los EEUU, Kofi Annan, ex secretario general
de las Naciones Unidas y Richard Branson, fundador del grupo Virgin y activista
social reconocido. Todos ellos junto con otras personalidades se reunen en este grupo “independiente” para promover este nuevo
planteamiento hacia las políticas de drogas que a grandes rasgos se resume en
lo ya mencionado. Richard Branson también es fundador del grupo llamado The
Elders (Los Mayores): 12 líderes globales, defensores de la paz y de los
derechos humanos . Una organización internacional que pretende “utilizar su
independencia política para ayudar a resolver algunos de los conflictos más
difíciles del mundo”. Entre los 12 líderes globales encontramos también a
Fernando Henrique Cardoso y a Kofi Annan. Otra organización muy cercana a las dos anteriores pero sin un posicionamiento claro frente a los políticas de
drogas es el Club Madrid: Hacia una democracia efectiva.
Una organización
compuesta por ex presidentes, ex jefes de estado y ex primeros ministros de
diferentes países del mundo que se reunen para debatir y asesorar a gobiernos y
otros organismos políticos sobre democracia, cohesión social, gobernanza global
y liderazgo. En este caso no se habla de independencia porque la totalidad de
sus representantes, durante sus etapas como gobernantes, fueron destacado
impulsores a nivel global de políticas de corte neoliberal que posibilitaron la
fragilidad en los mercados financieros que nos ha llevado a la situación de
crisis actual. Lo destacable de esto es que al Club Madrid pertenecen seis de
los siete ex presidentes que conforman Los Mayores y la totalidad de los ex
mandatarios que integran la Comisión Global de Políticas de Drogas. Club
fundado en Madrid y que cuenta como una
de sus impulsoras y socia honorífica, a pesar de no ser ex jefa de estado, a la
presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre. Una independencia
puesta en duda que obliga a prestar más atención a la letra pequeña en los
posicionamientos de esta comisión bienintencionada.

Acabar una guerra para
empezar otra
En la página final del
informe publicado en junio de este año por la Comisión Global de Políticas de
Drogas, en un epígrafe con información de referencia, se encuentra un artículo
titulado: El comercio de la droga: la politización de los criminales y la
criminalización de los políticos. Un texto de Moisés Naim que denuncia la
infiltración del crimen organizado dentro de gobiernos y de instituciones
públicas en determinados países que el autor situa geográficamente: “La mayoría
de las más grandes transnacionales del crimen están situadas en Rusia, China,
Europa del Este y Latino América”. Dentro del marco de la Comisión Global, el
texto aboga por despenalizar el uso de la droga dejando muy claro el nuevo
objetivo: “La lucha contra el tráfico de drogas ya no es una lucha contra las
drogas, es una lucha contra gobiernos, parar la proliferación de los gobiernos
criminales y no el consumo de droga es la prioridad de nuestros esfuerzos”.
Entre estos “gobiernos criminales” encontramos principalmente a aquellos
gobiernos que disienten del sistema económico y social que los ex mandatarios
que pertenecen al Club Madrid promueven y promovieron siendo jefes de estado.
Países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Rusia, China son señalados como
“estados-mafia”, mientras gobiernos con una porosidad mucho más evidente al
crimen organizado como México, Afganistán, Colombia o los propios EEUU no son
siquiera mencionados. Para el autor la conclusión se concentra en dos
afirmaciones: “Ésta es una guerra desigual en la que los gobiernos honestos
están en una posición débil en la batalla”, y la siguiente y más preocupante:
“Lo que realmente ayudaría sería controlar la proliferación de las estados de
la mafia y neutralizar aquellos que ya existan”. El fin de una guerra para
justificar el comienzo de muchas otras. El debate sobre nuevas políticas de
drogas ya está sobre la mesa, ahora toca decidir que tipo de regularización se
quiere y que costes para el resto del mundo conlleva.
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