(( RetArte ))
CUENTOS
Diciembre / 2009
Diciembre / 2009
La noche lo cubría todo. Ya no
recordaba cuando fue que se puso el sol, y ni siquiera si alguna vez
hubo un sol sobre esta tierra que pisaba. Noche negra, sin lunas ni
estrellas, sin ruido, salvo el de la lluvia helada sobre el mundo,
salvo el chapotear de los pies en el lodo, salvo los jadeos de sus
hermanos y hermanas. Toda su familia detrás de él. Sus dieciséis
inviernos lo colocaron al frente de esta huida sin rumbo, entre la
nada, hacia ningún lugar. Un camino que los alejase del odio, de los
disparos, del ansia.
Sus padres detrás, sus hermanas y
hermanos gimiendo en su lucha contra el barro, con el frío, por la
vida. Y el futuro, como la luz, ya no se miraba en el negro presente
que se posaba frente a los ojos, sobre el alma. Un impenetrable
presente que no dejaba ver, que no permitía soñar.
Apoyado en un tronco, el entumido
cuerpo yacía sin remedio tras horas, días, siglos de persecución.
Las manos derrumbadas sin esperanza de asir caían sobre el mundo y
los ojos abrumados de tanta barbarie olvidaban cerrarse. Quien sabe
cuantos años queden por huir. Atrás ya no hay milpa, ni casa, ni
sueños, sólo fuego, disparos y odio maldiciendo. Lucha, gritos,
frío, dolor, viento, lluvia, barro... De repente, un destello
traspasó el velo de luto de la noche. Casi mágico e inesperado,
quizás fruto del cansancio, despertó su alma sollozante. Otro
centelleo le sigue, y otro, y otra más y más allá y otro y otro y
otro. La tupida noche negra se iluminó con pequeños puntos de luz
que oscilaban aquí y allá sin rumbo apagándose en segundos.
Minúsculas lucecitas que danzaban festejando la noche, burlándose
de las insondables tinieblas. Como si supieran algo que nadie sabía,
como si la lóbrega realidad reinante fuera un sueño donde lo único
real fueran sus fugaces brillos.
--Son luciérnagas. -- le dijo su
madre. -- Nos quieren recordar en estos momentos oscuros que la luz,
a pesar de todo, existe en este mundo y que tarde o temprano llegará,
sólo hay que ser paciente y perseverar.
16 años después acabó la huida, pero
no el miedo, las mentiras, la indolente soberbia. Las tinieblas
vuelven a ahuyentar al padre sol y de nuevo los gritos, los disparos
y el odio son jaleados desde la tribuna. La paciencia y la
perseverancia hicieron del joven un adulto, y ya no son dieciséis
inviernos los que lo colocan al frente sino la decisión colectiva de
las comunidades. Ahora manda obedeciendo y mira a su hijo, joven hijo
que mira a ese futuro con la duda y el miedo del que creció bajo el
cuidado del padre y del sol. Las miradas se encuentran en una: la del
joven confundida y angustiada, la del adulto paciente y segura, y
entonces es la palabra que habla:
-- Ya vuelve la noche negra hijo mío.
Ya la vivimos antes pero ésta es distinta. No es sólo una larga
noche para nosotros, ahora es para todos en todos los lugares. Es
hora de preparar un viaje, una lucha, una paciente espera donde no
sólo seremos Abejas, también tendremos que ser luciérnagas. Donde
nuestro ejemplo y camino sea una de las muchas pequeñas luces que
iluminen la noche a tantas y tantos otros. Que les recuerde que
también esta oscuridad pasará.
Sólo hay que ser paciente y
perseverar.
En estos días se cumplen catorce años de la masacre de Acteal. 45 personas, la mayoría mujeres y niños, fueron asesinadas mientras estaban en oración pidiendo por la paz. Paramilitares movilizados por el gobierno para luchar contra los zapatistas fueron los responsables directos de la masacre, paramilitares liberados en estos años por fallos administrativos en su juicio y con documentos desclasificados de la CIA que responsabilizan directamente a los gobernantes mexicanos como autores intelectuales del crimen: el expresidente mexicano Ernesto Zedillo a la cabeza. Catorce años después, la Sociedad Civil las Abejas vuelven a celebrar la fiesta de la memoria en la comunidad de Acteal, para no olvidar, para seguir luchando por la paz, la justicia, la autonomía y la no dependencia.
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